Plataformas educativas. ¿Hay negocio para los distribuidores?
Plataformas educativas. ¿Hay negocio para los distribuidores?
A todos los sectores nos tomó por sorpresa la pandemia, pero al sector educativo lo sorprendió con mucho rezago, sobre todo a la educación básica. Si bien es cierto que la educación superior y media superior ya estaban trabajando con plataformas y cursos en línea, la educación básica (y sobre todo el sector público) casi no lo utilizaban.
Ahora con la educación a distancia y a un año de iniciada la pandemia, nos queda claro que el uso de este tipo de recursos es fundamental. Los colegios privados (que representan apenas el 8% de la población estudiantil en México) si utilizan estos recursos como complemento y muy pocos estaban llevando un LMS o una plataforma como tal; muchos de ellos utilizan recursos sueltos o portales educativos.
¿Cuál es la diferencia entre un portal y una plataforma?
Un portal es un sitio que tiene diferentes recursos virtuales (audios, videos, animaciones, evaluaciones, simuladores, textos, etc.) de algún tema en específico. Como ejemplo veamos un portal de primaria. Este podría ser de matemáticas, historia, lenguaje, idiomas, o de todas las asignaturas, pero siempre orientados a un mismo nivel. Contendrá actividades, lecturas, videos y evaluaciones de diferentes tipos. En pocas palabras, un portal es un repositorio de recursos educativos donde el usuario puede buscar y utilizar estos recursos con el objetivo de aprendizaje y conocimiento.
Una plataforma tiene un repositorio y añade el seguimiento de lo que hace el usuario dentro de ella; esto es, va dejando un rastro de lo que ha realizado, la fecha y las calificaciones obtenidas. En un inicio, las plataformas en educación básica, fueron un fracaso porque los maestros no estaban acostumbrados a manejar este tipo de recursos y se les hacía muy compleja la administración de sus alumnos; justo por eso se popularizaron los portales; una manera fácil y sencilla de utilizar los recursos.
Dentro de este mundo digital podemos observar dos tendencias muy marcadas. Las plataformas creadas por las editoriales tradicionales, como Santillana, Planeta, Mc Graw Hill, etc., y las que fueron diseñadas desde empresas digitales, como Google y Microsoft.
En el caso de las editoriales, no hay margen para que un distribuidor de cómputo pueda tomar parte de ese negocio, pues ellos ya tienen toda la estructura armada para ofrecer la solución a los colegios, entrando por los libros de texto y “regalando” la plataforma digital. En el otro caso, tanto Google (con Classroom) como Microsoft (con Teams) son plataformas administrativas que ofrecen muchas ventajas, pero carecen de contenido. Justo ahí es donde está el negocio para los distribuidores del sector de TI. A diferencia de las editoriales, las grandes empresas de tecnología no ofrecen de manera directa sus productos y servicios, sino que se apoyan en el canal para esta distribución.
Un distribuidor puede ofrecer estos recursos como complemento de su oferta de hardware, conectividad y servicios, complementando con el contenido educativo. Los márgenes para ello son superiores al 30% y permite tener clientes recurrentes a los cuales venderles licencia año con año para todos los alumnos del colegio. En el caso de las escuelas públicas, el planteamiento debe ser al gobierno municipal o estatal, siendo este último el ideal, ya que cuenta con presupuesto propio para ello y generalmente dejan ingresos al distribuidor superiores a los $300,000 pesos.
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